miércoles, 20 de diciembre de 2017

EL PROCESO DE INNOVACIÓN EN TECNOLOGÍAS SANITARIAS: TELEMEDICINA y TELEASISTENCIA DE URGENCIA

La telemedicina surgió como una iniciativa solidaria dirigida a facilitar la asistencia sanitaria a distancia en países que viven situaciones críticas. El término lo acuñó la Organización Mundial de la Salud (OMS) en el año 1988. Sin embargo, las primeras aplicaciones de la telemedicina se remontan a los años 60 cuando, gracias al avance de la carrera espacial, los médicos monitorizaban las constantes vitales y estado de salud de los astronautas gracias a los  primeros avances tecnológicos en las comunicaciones. A finales de los 90, gracias al desarrollo de la informática y la incipiente internet, comenzaron a aparecer los primeros sistemas de voz y video IP, que permitían hablar con los médicos y transmitir imágenes y archivos con datos de salud. Desde entonces el avance de la telemedicina es cada vez más significativo, los profesionales se valen de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TICs)  para obtener diagnósticos, proporcionar tratamientos y prevenir o evaluar enfermedades desde su consulta a cualquier paciente, que puede estar en su casa, relativamente cerca, o incluso en otro país.

Es así como las TIC, con su imparable penetración social, están haciendo factible la implementación de nuevos modelos de asistencia y atención sanitaria. Los dispositivos inteligentes son los elementos que construyen las redes inteligentes en salud. La revolución sanitaria de la internet de las cosas (Internet of things, IoT en Inglés) aspira a rediseñar los protocolos de atención sanitaria para mejorarlos tecnológicamente con un gran impacto socio-económico. Tanto es así que la telemedicina se ha convertido en una estrategia de salud a nivel europeo, potenciada por iniciativas de financiación dentro de los planes estratégicos en salud de Horizonte 2020. Para facilitar la implementación de protocolos inteligentes en salud y otras áreas, la Comisión Europea lanzó en 2010 FIRE (Future Internet Research and Experimentation) una iniciativa que, con la ambición de ser el laboratorio Europeo abierto para la investigación y desarrollo de redes inteligentes, permite el pilotaje de proyectos complejos ofreciendo unas infraestructuras que, de otra manera,  no serían accesibles a muchos participantes europeos. Lo que es crucial para poder validar experimentalmente ideas altamente innovadoras y revolucionarias que permitan la generación de nuevas redes de servicios más rápidos y eficientes a menor coste. 

Los expertos consideran que los servicios de salud en línea (e-salud) favorecen la atención integral de los pacientes, combaten la desigualdad de acceso a los recursos sanitarios, reducen el tiempo de espera tanto para diagnósticos como para tratamientos a través de consultas remotas, conceden nuevos entornos organizativos y estimulan el trabajo en red, promueve la globalidad y la interoperabilidad en las organizaciones sanitarias, y permite que los pacientes estén más informados y sean más responsables de su enfermedad.

Sin embargo, las evidencias médicas que apoyan el uso de la telemedicina son todavía escasas.  Hoy por hoy, los protocolos inteligentes a penas están implementados. La innovación en telemedicina requiere un proceso que permita por un lado la validación del uso de las tecnologías para su inserción efectiva en los procesos y en las organizaciones asistenciales y por otro, capacitar a los pacientes y su entorno en el uso de TICs y conocimiento de su enfermedad, un paso imprescindible para que sean  viables y fiables y conseguir adherencia a los nuevos procedimientos.

Recientemente, la Agencia Estadounidense de Calidad e Investigación en Salud (AHRQ, de sus siglas en inglés) publicó un informe técnico[1] valorando la evidencia existente que apoya las intervenciones médicas mediante telemedicina. Entre sus resultados se destaca que si bien existen evidencias de efectividad para el seguimiento y monitorización de pacientes crónicos y para intervenciones sobre el comportamiento en psicoterapia, no existen a penas evidencias sobre la utilización de la telemedicina en los servicios de emergencias sanitarias (más allá de las comunicaciones telefónicas).

Curiosamente en nuestra región se está pilotando un proyecto con potencial para construir evidencias pioneras en telemedicina de emergencia. Es precisamente uno de los proyectos que se están desarrollando en FIRE: Q4HEALTH, donde participa la Universidad de Málaga y en cuyo reciente pilotaje ha colaborado el CMAT (Complejo Multifuncional Avanzado de Simulación e Innovación Tecnológica de IAVANTE) y la Empresa Pública de Emergencias Sanitarias (EPES) que es pionera en los servicios de teleasistencia en nuestra región.


El pilotaje consistió en la simulación de asistencia sanitaria de emergencia en dos escenarios diferentes: a) asistencia domiciliaria con código ICTUS y b) asistencia callejera en accidente. En ambos escenarios los paramédicos llevan como parte de su equipo unas gafas dotadas de cámara y micrófono. Gracias a estas, el facultativo de urgencias puede estar virtualmente presente en el escenario y dar las instrucciones oportunas a los paramédicos, teniendo toda la información en tiempo real. Ambas simulaciones fueron un éxito, gracias a la utilización de tecnología 5G, que permite el tráfico de datos necesarios para que estas comunicaciones se den con la calidad requerida y a las redes de evolución a largo plazo (LTE). 




[1] Totten AM, Womack DM, Eden KB. Telehealth: mapping the evidence for patient outcomes from systematic reviews. Technical brief no. 26. Rockville, MD: Agency for Healthcare Research and Quality, June 2016 (https://www.effectivehealthcare.ahrq.gov/ehc/ products/624/2254/telehealth-report-160630.pdf).

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